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domingo, 13 de noviembre de 2011

No a la UE a tres velocidades

La verdad es que había hecho el firme propósito de no volver a escribir sobre los problemas de la Unión Europea en unas cuantas semanas. Incluso, me lo había recomendado alguno de los expertos que opinan en economismo. El tema europeo puede llegar a ser cansino. Pero es que, prácticamente cada semana, los políticos del Viejo Continente nos sorprenden con una ocurrencia, mientras todos acudimos a un espectáculo de decadencia y desunión que sitúa el proyecto europeo al borde del abismo.

La semana que hoy se cierra ha estado marcada por las alarmas que han vuelto a saltar en Grecia e Italia, por sus respectivas mascaradas políticas, que han dado carnaza a los especuladores y han estado a punto, una vez más, de romper la Europa del euro en mil pedazos. Y, en medio de la tormenta, ha surgido a modo de globo sonda la última idea del eje franco-alemán (Merkozy-Sarkel): el lanzamiento de un núcleo duro europeo en el que estén solamente los países capaces de mantener la disciplina fiscal.

El proyecto supondría avanzar hacia una Europa a tres velocidades. En la primera estarían los seis alumnos aventajados del actual Eurogrupo (Alemania, Francia, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo y Austria). A continuación se formaría un segundo grupo con los 11 países del euro considerados de segunda división (Chipre, Estonia, Grecia, Irlanda, Italia, Malta, Portugal, Eslovaquia, Eslovenia, Finlandia y España, aunque hay quien incluye a estos dos últimos en el primer pelotón). Y, por último, quedaría el grupo de los 10 Estados de la Unión Europea que no forman parte de la moneda única europea (Reino Unido, Dinamarca y Suecia, porque no han querido, y Bulgaria, República Checa, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia y Rumanía, porque no les ha dado tiempo a examinarse).

Tres velocidades distintas y una sola Europa verdadera. Un auténtico disparate que llevaría a la desaparición definitiva del proyecto europeo nacido hace justamente 60 años. Tanto es así, que un portavoz del Gobierno alemán se ha apresurado a desmentirlo "categóricamente" al verlo escrito en los periódicos de todo el continente. Aunque casi siempre las noticias desmentidas se acaban confirmando, con matices, al cabo del tiempo.

En este caso, la filtración ha surgido horas antes de que la Comisión Europea confirmara que hay serias posibilidades de que la mayoría de los países de la UE vuelvan a entrar en recesión en 2012.

Además, el martes por la noche (un día antes de la filtración), el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, había dicho durante un encuentro en Estrasburgo con estudiantes que "habrá claramente dos velocidades europeas, una de mayor integración en la zona euro y otra más confederal a nivel de la UE". Y añadió sin recato que "quiero que Francia se aproxime a Alemania y no se conforme con liderar simplemente a los países del sur".

En la misma línea, el ministro de Exteriores de Alemania, el liberal Guido Westerwelle, llegó a ir un poco más lejos al hablar de una "cooperación diferenciada en la que todos los países estarían invitados a participar, pero habría posibilidad de diferenciar". Esa era su aportación a la idea de la canciller, Angela Merkel, que dijo el mismo martes: "Ha llegado el momento de dar un paso adelante hacia una nueva Europa". Aunque el jueves, tras la polvareda de noticias, afirmó que "Alemania solo tiene un objetivo: estabilizar la eurozona tal y como es ahora".

Al margen de afirmaciones, filtraciones y desmentidos, está claro que el eje franco-alemán y sus vecinos más próximos están más que hartos de tirar de un carro abarrotado de gente que, además, no cumple con las mínimas normas del club al que pertenece. El espectáculo político en Grecia e Italia de los últimos días ha colmado la paciencia de Berlín y París.

Además, la situación se ha agravado con una nueva y fortísima inestabilidad en los mercados europeos, que ha llevado al Gobierno italiano a tener que pagar cerca de un 7% por su nueva emisión de bonos, superando las líneas rojas para un posible rescate. No hay que olvidar que la deuda pública italiana supera los 1,9 billones de euros, un cuarto del total de la deuda soberana de la zona euro y un 120% del PIB de Italia. Y, por supuesto, los bancos alemanes y franceses están en los primeros puestos de la lista de acreedores.

La respuesta ante el presunto proyecto de Europa a tres velocidades no se ha hecho esperar. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, advertía el miércoles en Berlín de que "una Unión dividida no funcionará", y añadía que "las instalaciones supranacionales son las que mejor garantizan el respeto a los principios y las normas de la Unión".

El presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, se alineaba con Barroso al defender como objetivo prioritario "la unión de la eurozona, con todos los 17 miembros a bordo". Y un portavoz del Gobierno español insistía en que "España es partidaria de avanzar tan rápido y tan lejos como se pueda en la integración europea, pero con la condición de que no se deje a nadie atrás".

Esa es la clave del problema: la ambición del proyecto y las distintas velocidades posibles. Los países más aventajados de la Europa del euro querrían dar por concluida la crisis cuanto antes para evitar la temible segunda recesión, y presionan a los periféricos para que ejecuten los ajustes fiscales exigidos con rapidez y eficacia. Por su parte, los Estados más castigados por la crisis tienen serios problemas para llevar a cabo sus compromisos de estabilidad fiscal sin que ello suponga varios años más de recesión económica.

Sea como fuere, no tiene sentido plantear en estos momentos una nueva Unión Europea sobre la base de un núcleo duro de elegidos y varios pelotones de países que avanzarían a distintas velocidades. Sería el fin del proyecto europeo, nacido en 1952 con seis países: Bélgica, Francia, Alemania, Italia, Luxemburgo y Países Bajos. Curiosamente, cinco de ellos quieren volver a los orígenes de un club que consideran demasiado multitudinario, y el sexto, Italia, puede ser el detonante de la explosión europea.

http://www.elpais.com/articulo/economia/global/UE/velocidades/elpepueconeg/20111113elpnegeco_4/Tes

viernes, 17 de diciembre de 2010

Los líderes de la UE pactan crear el fondo de rescate para blindar el euro

Europa lanzó ayer un nuevo mensaje de confianza a los europeos y a los mercados. Los líderes de la Unión Europea acordaron una minirreforma del Tratado de Lisboa para defender el euro. La modificación del texto legal básico de la UE, cuando apenas lleva un año en vigor, permitirá la constitución de un fondo de rescate permanente para intervenir en defensa de los países en dificultades a partir de 2013. El acuerdo fue alcanzado por unanimidad y tras una hora de debate antes de la cena en la que los líderes analizaron otras propuestas como la emisión de eurobonos, que fue propuesta por dos Estados pero que tras su discusión fue descartada.

A la decisión de los líderes se sumó el anuncio de una ampliación de capital del Banco Central Europeo (BCE) con la que trata de reforzarse para hacer frente a la crisis de la deuda. El BCE envió un mensaje contundente al anunciar el mayor aumento de capital de sus 12 años de historia (de 5.760 a 10.760 millones) para disponer de más fondos para afrontar la crisis.

Trichet quiso transmitir un mensaje claro a los dirigentes europeos del compromiso del BCE en la defensa de la moneda única y alentarles a tomar medidas en la misma dirección para estabilizar los mercados.

La reforma del Tratado se limita al añadido de un párrafo al artículo 136 del Tratado: "Los Estados miembros cuya moneda es el euro podrán establecer un mecanismo de estabilidad que será activado si fuera indispensable para salvaguardar la estabilidad de la zona euro en su conjunto. La concesión de cualquier petición de ayuda financiera bajo el mecanismo estará sujeta a estrictas condiciones".

El cambio legal fue difundido triunfalmente por el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, a través de Twitter. "Acordado texto de la enmienda del Tratado", se leía antes de incluir el párrafo añadido. Es la primera vez que este sistema informal de comunicación del presidente es utilizado para comunicar una auténtica noticia.

En el borrador inicial del párrafo que se ha añadido, no figuraba la palabra "indispensable". Su inclusión se interpreta como que "el fondo no está pensado para intervenir cuando un país en dificultades sino para hacerlo si el problema del país se agrava hasta el extremo de poner en peligro la estabilidad de la Eurozona", según fuentes francesas.

Van Rompuy resumió la cumbre asegurando que se habían adoptado tres decisiones importantes: "Hemos acordado una reforma simplificada del Tratado, debatido las características del mecanismo de rescate permanente y analizado la situación económica de la UE con vistas a reforzar el crecimiento el empleo".

Los líderes emitieron una declaración en la que se afirma: "Estamos dispuestos a hacer todo lo que sea necesario para defender la estabilidad de la zona euro". Van Rompuy aseguró que no se había considerado la posibilidad de aumentar la capacidad del actual fondo permanente del que "solo se había utilizado el 4%".

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, subrayó que los acontecimientos habían demostrado que "se habían equivocado quienes había vaticinado el fracaso del euro. Lo que tenemos es una moneda muy fuerte".

Además de los acuerdos sobre materia monetaria, Barroso aseguró que se estaba trabajando para reforzar el Gobierno Económico de la UE, sobre las bases propuestas por la Task Force y la Comisión. "Hay unas propuestas que suponen cambios radicales que se van a votar en el Consejo y en el Parlamento Europeo".

La reforma del Tratado entrará en vigor el 1 de enero de 2013 y el mecanismo permanente de rescate podrá estar en funcionamiento en junio de 2013. A partir de ahora deberá ser ratificado por los 27 Estados miembros, según los procedimientos establecidos en sus respectivas constituciones.

El mecanismo permanente sustituirá entonces a los dos instrumentos temporales creados en plena tormenta financiera el pasado mayo: el de la Comisión Europea (60.000 millones) y la Facilidad (por acuerdo intergubernamental por 440.000 millones). Ambos mecanismos se complementaron con un paquete de 250.000 millones comprometidos por el Fondo Monetario Internacional (FMI), con lo que el conjunto de recursos disponibles ascendía a 750.000 millones.

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, expresó su "satisfacción por la aprobación rápida y unánime de la reforma del Tratado de Lisboa" y valoró muy positivamente la ampliación del capital del Banco Central Europeo. "Los mercados no pueden subestimar nuestra determinación de garantizar la estabilidad de la zona euro", manifestó parafraseando al presidente del BCE, Jean-Claude Trichet.

Durante la cena, Zapatero explicó a sus colegas el alcance de las últimas medidas adoptadas por el Gobierno para reforzar "la consolidación fiscal, incluido el impulso a la reforma de pensiones", según una fuente de La Moncloa. Antes de la reunión, el presidente francés Nicolas Sarkozy saludó a Zapatero quien mantuvo una animada conversación con la canciller alemana Angela Merkel.

Sobre las características del futuro mecanismo permanente, los líderes mantuvieron la posición del Eurogrupo del pasado 28 de noviembre, en la que se prevé la participación del sector privado, pero que se decidirá por unanimidad y caso por caso.
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